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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EXCELSIOR

stanlee22Publicado en El Norte de Castilla el 23 de noviembre de 2018

Pensábamos que era inmortal. Como los personajes que salieron de su desbordante imaginación. Aquellos que colorearon nuestra infancia y adolescencia. Los mismos que siguen haciéndolo hoy en día con más éxito, perseverancia y visibilidad que nunca. A los 95 años, Stan Lee ha viajado definitivamente al Partenón donde están las lápidas de todos los héroes de nuestros sueños. Resulta complicado expresar con palabras lo que sentíamos con diez, once, doce años, cuando íbamos corriendo al quiosco del barrio para hacernos con alguno de aquellos ejemplares en blanco y negro de Ediciones Vértice. Cuando abríamos con manos temblorosas aquellos tebeos y nos encontrábamos con la leyenda “Stan Lee presenta”. Era el portal de entrada a un universo mágico. Crecimos con Los Vengadores, con Los 4 Fantásticos, con Spiderman. Con El Hombre de Hierro, La Masa o la Patrulla-X antes de convertirse en Ironman, Hulk y X-Men. Aquel crío que huía de la pobreza refugiándose en la lectura y en las pelis de Errol Flynn, aquel que soñaba con ser un gran novelista y que a los 17 años entró en una pequeña editorial acabó siendo el alma mater de una de las más lucrativas y memorables factorías del entretenimiento. Stan Lee se avergonzaba porque mientras otros curaban a enfermos o construían puentes el escribía tebeos; lo hizo hasta que se dio cuenta de que el entretenimiento es una de las cosas más importantes de la vida. Stan Lee tuvo la virtud de alumbrar un nuevo tipo de superhéroes, héroes imperfectos, fuera de sitio, atormentados en su vida real a pesar de sus poderes. Llevó a las viñetas temas sociales de amplio calado, abordó asuntos polémicos y puso patas arriba el mundo de los cómics. Stan Lee, con el tiempo, se convirtió en un icono pop, en el padre de la épica moderna, en un entrañable Homero con más cameos en el cine que Hitckcock. Pocos creadores han influido tanto en la cultura popular. Así que, adiós y gracias, Stan Lee. Te despedimos con el famoso latiguillo que no parabas de repetir y que acompañó tu firma durante décadas. Excelsior, mister Lee. Gracias por crear un universo que sirvió para hacernos soñar durante un rato, gracias por crear un universo en el que ganaban los buenos y los desamparados tenían a alguien que los defendía, gracias por crear tanta magia alrededor, gracias por dejarnos tatuar nuestra memoria en viñetas de colores. Nos vale con eso. Y, por si fuera poco, además Sheldon Cooper te amaba.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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