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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

LA OFRENDA

la-ofrenda-gustavo-martin-garzoPublicado en El Norte de Castilla el 18 de mayo de 2018

Pocas cosas tan purificadoras como sumergirse (nunca mejor dicho) en la última novela de Gustavo Martín Garzo. Algo así como un acto redentor y vivificante. Como el agua que protagoniza “La ofrenda”, una fábula marca de la casa protagonizada por un laberinto de agua con su particular rey de escamas. Un relato mucho más profundo y desgarrador que la oscarizada “La forma del agua”, aunque ambas historias estén inspiradas muy libremente en la mítica película de serie B “La mujer y el monstruo”, revisión de “La bella y la bestia” en clave acuática. El ADN del autor vallisoletano en bandolera a lo largo de 295 páginas, con su aroma a cuento de hadas y con el gusto por las leyendas, la mitología, las historias bíblicas y Kafka on the rocks. Eso sin olvidar aquellas novelas góticas condimentadas a lo Jane Eyre y protagonizadas por jóvenes desamparadas que llegaban a una mansión dueña de un oscuro secreto. Algo así es el punto de arranque de “La ofrenda”, cuando la protagonista, llena de ruinas alrededor (una infancia desdichada, una vida solitaria, una ruptura amorosa), acepta un misterioso trabajo en el sur de Madagascar y se instala en una extraña casa rodeada de piscinas y canales. Será el preludio al encuentro final de dos almas solitarias que vagan por las sombras y las aguas negras en mitad del reino del silencio y de la noche. Porque, como muy bien dice el autor, el deseo es un oficio de tinieblas, el deseo siempre tiene que ver con la oscuridad. Por eso los amantes cierran los ojos al besarse. Por eso y porque con los ojos cerrados poseemos lugares a los que nunca podremos regresar si los abrimos. De todo ello nos habla Martín Garzo en “La ofrenda”. De la fuerza del deseo, de la atracción del abismo, del lenguaje secreto de los sueños, de lugares desconocidos de los que nunca se regresa del todo, de la tristeza al descubrir que los recuerdos se van quedando atrás y que son sólo sueños, las huellas de cosas que quisimos y no pudimos tener. Como muy bien dice Gustavo Martín Garzo, no es verdad que nuestra patria sea la infancia. Nuestra única patria es el cuerpo de los seres que amamos. A ello habría que añadir los libros bellos que nos cuentan historias memorables que nos muerden, nos sacuden y nos emocionan. Libros dotados de un lirismo desgarrador y una cadencia musical única. Libros hermosísimos como “La ofrenda”.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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