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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EL SANTO GRIAL DE LA LITERATURA

Publicado en El Norte de Castilla el 31 de mayo de 2007
Es el sueño que todos los amantes de los libros hemos tenido en alguna ocasión: el que los dos mejores escritores de la historia se conociesen, que colaborasen, que sus obras fueran mordidas mutuamente por la inspiración y la genialidad de ambos. Imagino que resulta triste pensar que estos dos genios no llegaran a conocerse a pesar de haber vivido relativamente cerca y de ser estrictamente contemporáneos (ambos murieron el 23 de abril de 1616 aunque, en realidad, lo hicieron con varios días de diferencia ya que Inglaterra y España se regían entonces por calendarios distintos). Anthony Burgess, en una encantadora obra titulada ‘Encuentro en Valladolid’, ya fantaseó con ese hipotético y genial encuentro. Mucho se ha escrito y especulado desde entonces. Modestamente, en ‘El mercenario del Dux’ también soñé durante unas páginas con esa posibilidad. Ahora, la caja de los truenos se ha destapado tras las declaraciones del director de la Royal Shakespeare Company, quien asegura haber logrado autentificar una obra teatral del bardo inglés inspirada en ‘Don Quijote’. Con ello parece poner punto y final a una de las búsquedas literarias que más ríos de tinta han hecho correr y que ha provocado, durante cuatro siglos, rastreos caligráficos y cábalas de todo tipo, descubrimientos de acreditados expertos, objeciones de reputados especialistas, apariciones milagrosas de apócrifos y, por supuesto, un buen puñado de detectives literarios husmeando bibliotecas perdidas. Los hechos irrefutables son los siguientes: John Shelton tradujo al inglés el Quijote en 1612; Shakespeare leyó la novela inmediatamente y, fue tal el flechazo, que se propuso escribir una especie de continuación; poco después firmó, junto al dramaturgo John Fletcher, una obra a la que tituló ‘Cardenio’, al estar directamente inspirada en el Cardenio cervantino, el mismo que, víctima de amores imposibles, vaga por Sierra Morena. La obra fue representada dos veces en 1613 por la compañía teatral King’s Men pero un incendio destruyó el Teatro Globe y con él los originales. Durante un tiempo, la obra se dio por desaparecida. Sin embargo, en 1653 se registró una ‘Historia de Cardenio’ escrita por los señores Shakespeare y Fletcher. Theobald, en 1727, asegura haber escrito una obra refundiendo el original shakesperiano. El grafólogo Charles Hamilton descubrió, en 1994, un manuscrito en los archivos del censor del rey Jacobo redactado por Shakespeare y con folios idénticos a los empleados por el autor isabelino. Hasta aquí esta apasionante búsqueda del Santo Grial literario. El Cardenio, o el presunto Cardenio, ha aparecido y desaparecido a lo largo de los años. Muchos son los cardenios y pocos los escogidos, dicen. Imagino que todo forma parte del mundo de los enigmas que tanto nos apasiona. También de la mitología creada alrededor de libros perdidos o prohibidos. Además, el encuentro entre Cervantes y Shakespeare, aunque improbable, no deja de ser por ello menos hermoso. Sospecho que mi repentina pasión por estos temas tiene mucho que ver con un personaje literario al que llevo acunando desde hace casi tres años, un detective de libros cuyo bautismo está a punto de celebrarse y que, con toda seguridad, me acompañará en algunas aventuras más. Entre otras cosas, porque hay muchos cardenios sueltos por ahí y demasiados libros perdidos esperando ser encontrados.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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