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Roberto Carbajal

La aventura humana

Apóstoles y abusadores

El fenómeno no hace más que crecer. Se ha desencadenado una hecatombe que afecta a los cimientos de la Iglesia católica. Son decenas de miles en todo el mundo (y en España, cómo no) quienes denuncian abusos sexuales por parte de los clérigos de esa confesión cristiana. Solo se conocen los casos que han sido denunciados gracias a la valentía de sus víctimas. Pero cuántos permanecerán en el anonimato por miedo a la exposición pública y su estigma. Quienes se han atrevido a contar su historia aseguran que sus vidas han sido condicionadas por aquellas tropelías. ¿Cuál es la causa de semejante avalancha de violaciones de la intimidad y la integridad personal? Se puede aplicar una teoría reduccionista y explicar que, dentro de la colosal familia de la Iglesia, apenas constituyen un puñado de miembros y punto. No se trata de un axioma, sino que la profundidad de los hechos atienden sobremanera a la propia naturaleza del ser humano en su vertiente fisiológica y sentimental. A los sacerdotes y al resto de los hombres (también a las mujeres) que tienen algún predicamento en el grado que tomemos se les priva desde la jerarquía eclesiástica de mantener sexo con otros o la práctica onanista. Todo es pecado venial o mortal, dependiendo de quien lo juzgue en el confesionario. La explicación más extendida es que los sacerdotes (y las monjas) deben dedicar todo su tiempo al apostolado, es decir, son enviados por Dios a cosechar almas para la causa. Se cercena así el deseo sexual, entendido como una deriva que juega contra los ‘designios divinos’ y la ‘distorsión carnal’.

Poco se conoce sobre la vida íntima de los doce apóstoles. ¿Estaban solteros tal vez? ¿Jesús de Nazaret les prohibió el sexo? El catolicismo debe evolucionar y dar cauce a los instintos de sus miembros. De lo contrario, los tocamientos, la homosexualidad y la perversión completarán la fatalidad del silogismo. Los pastores cristianos de otras confesiones se casan y no afecta a la evangelización; más bien todo lo contrario: normaliza la naturaleza humana. De aquellos polvos, estos lodos.

Publicado en El Norte de Castilla el 31 de octubre de 2018

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Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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