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Roberto Carbajal

La aventura humana

Gargantas profundas

No existe una democracia sólida sin un periodismo independiente y voraz. ‘The Washington Post’, uno de los diarios más influyentes de Estados Unidos, inició una investigación sobre el llamado Watergate, un asunto feo en el que el presidente Richard Nixon ordenó registrar ilegalmente la sede del Partido Demócrata. Los esbirros fueron detenidos y posteriormente se desencadenó una larga investigación que finalizó con la renuncia de Nixon y la caída irremisible de altos cargos de su Administración. Bob Woodward y Carl Bernstein eran dos jóvenes periodistas con hambre profesional. Ahondaron en el asunto y, con el apoyo de la dirección y de la editora, hicieron que aflorase el escándalo. Gracias a una fuente esencial, a la que bautizaron como ‘Garganta Profunda’, lograron hilar el ovillo. Durante años se especuló con el nombre que se escondía detrás del alias. Después de morir, se conoció que el director adjunto del FBI, William Mark Felt, dirigió las filtraciones. Un funcionario ejemplar.

En España también tenemos nuestras gargantas profundas y nuestros diarios impertinentes. Gürtel (el fin de Rajoy), Urdangarin, los cuadernos de Bárcenas, los escándalos de corrupción o la vergüenza de la concesión de títulos universitarios a las élites se han conocido gracias al Periodismo. Primordialmente, han sido los medios digitales quienes, con más hambre quizá que Woodward y Berstein, han aventado los expedientes académicos de nuestros queridos dirigentes políticos. Los diarios desencadenaron la renuncia y la puesta en la picota de personajes como Cristina Cifuentes y el desmantelamiento del sistema que concedía títulos de postgrado a esos bendecidos de la política. Un escándalo que ha sacudido al mundo de la universidad. No confundamos a ‘Garganta Profunda’ con una película pornográfica del mismo nombre. Si establecemos una comparación, existe más pornografía en nuestros diarios que en las arremetidas de la actriz Linda Lovelace. Si me permiten la licencia, les recomiendo el visionado desprejuiciado del filme y la lectura desinhibida de todo lo demás.

Publicado en El Norte de Castilla el 19 de septiembre de 2018

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Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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