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Roberto Carbajal

La aventura humana

España pierde

Es un clásico en los tratados bélicos. Los ejércitos pequeños, en la guerra de guerrillas, se desenvuelven con más agilidad que los grandes. Son más ágiles porque cuentan con menos miembros y sus acciones pueden aplicar el factor sorpresa y además gozan del estímulo de afrontar el reto de derrotar a los gigantes, torpes a causa de la pesada maquinaria de las grandes legiones. Y claro, hacen de la necesidad virtud. De igual forma, en nuestros días estamos viendo cómo el independentismo catalán está ganando alguna batalla al Estado español, no solamente en el interior de nuestras fronteras, sino ante la opinión pública y publicada de muchos de los países de nuestro entorno. La gente tiene tendencia a colocarse del lado de los más débiles y, en lo que concierne al nacionalismo más extremo, son expertos en aplicar el victimismo, que tanto rédito ha cosechado a lo largo de nuestra aún joven democracia. La falta de conocimiento en profundidad del asunto en el exterior también juega del lado de Puigdemont y sus compañeros de aventura. La maquinaria propagandística perfectamente engrasada del secesionismo es muy creativa, hay que reconocerlo. Mientras, el Gobierno tan solo ha hecho que sacar a la policía en las calles catalanas a propinar mamporros a diestro y siniestro mientras celebraban un referéndum que no conducía a ninguna parte, una torpeza que trufó los medios de comunicación de todo el mundo, dañando la imagen de España.

Son muchas las voces que se alzan contra la política exterior de Mariano Rajoy. Incluso dentro de sus filas, con críticos expeditivos como el exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, partidario de aplicar una mayor ofensiva diplomática. Por el contrario, el actual titular del ministerio, Alfonso Dastis, cuenta con un perfil diferente, más técnico. El presidente Rajoy, consciente de estar perdiendo la guerra mediática en el extranjero, ha ordenado a nuestras embajadas que pasen a la acción. Ya no sirve eso tan rajoyniano de dejar que los problemas se resuelvan por decantación. No en asuntos de este calado.

Publicado en El Norte de Castilla el 18 de abril de 2018

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Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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