Lo saben hasta los que presumen de no interesarse en absoluto por la cosa pública, ya nadie puede mostrarse ajeno al nuevo fenómeno político de España: los lobos se han cansado de ocultarse bajo las pieles de cordero y han decidido aparecer ante el público tal como son, aullando sin reparo ninguno, enseñando sus colmillos y sus garras ¡Basta de enjuagarse con yemas de huevo y tiznarse la pata de harina! Eso gritan cuando se dirigen “sin complejos” hacia la casa de los cabritillos. Hay que dar la cara, llamar a la puerta y lanzarse sobre la cabra sin compadecerse de sus balidos. Uniendo las manadas pueden asolar los pueblos y ciudades, y ya se disponen a hacerlo en las próximas elecciones, sin complejo ninguno. ¡Basta de disimulo! ¡A atacar a las feministas y a los emigrantes y a los homosexuales y a las lesbianas, y a bajar los impuestos de los ricos mientras el Estado les paga sus colegios y privatiza los hospitales públicos ¿Corrupción?, ¿dónde? Eso es agua pasada. Díaz Ayuso, la candidata del PP a la Comunidad de Madrid, asegura “sin complejos“ que Cifuentes y Aguirre son dos activos políticos que tienen mucho que enseñarnos. Así que a trotar por los montes en busca del botín ¡Fuera negros y moros! ¡Machos ibéricos: a alancear los toros, a arrojar cabras desde los balcones…,“sin complejos”! Me dirán que exagero y quizá lleven algo de razón, pero cada vez que oigo las declaraciones de los tres líderes de las tres nuevas derechas salgo de mis casillas y me es muy difícil encontrar el camino de regreso. Porque a esto se añade que, al olor de la sangre, despiertan los instintos feroces que estaban dormidos, incluso entre los que en otro tiempo se decían partidarios de la mansedumbre. Y así nos encontramos con los Arcadi Espada o los Sánchez Dragó, que acuden a la llamada de la selva, como sus antecesores Pío Moga o Jiménez Losantos, “sin complejos”, igual que Torquemada, con su misma saña conversa ¡Hay que aplastar a los buenistas, sin complejo ninguno, desde Super López hasta Jesús de Nazaret! Parece un esperpento representado por actores malísimos, pero es lo que nos ofrecen los medios de comunicación. “No pasa nada”, asegura con voz gangosa el del mono naranja, al que, desde que ha decidido pactar “sin complejos”, ya no le escandaliza la catadura moral de sus socios ¿Será esta la nueva política que iba a regenerar España? ¡Sé fuerte! ¡Hacemos lo que podemos!, señalan todos los móviles desacomplejados. Ya no hay que ocultar los mensajes. Rato le habla a la fiscal “sin complejos”, como a una de las criadas de su casa. No, no me repitan que me calme, ningún demócrata debería guardar silencio ante la desinhibición total de la desvergüenza política: “Lo más escandaloso del escándalo es que nos acostumbramos a él”, afirmó Simone de Beauvoir. Pero hoy resuena en mis oídos sobre todo la voz de Rosa Luxemburgo, asesinada el 15 de Enero de hace exactamente un siglo por otros patriotas “sin complejos”: “Lucharé siempre por un mundo donde todos seamos, hombres y mujeres, socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”. ¿Cómo resistirse al atractivo de la verdad y bondad de sus palabras, ahora más pertinentes que nunca? Pero el lobo, mientras desgarra “sin complejos” las primeras tajadas de su víctima, recuerda el slogan de Adolf Hitler: “No importa la verdad, importa la victoria”.